Tratar de conectarme con lo que estoy experimentando y con lo que le puede estar pasando a la otra persona, requiere la capacidad de poder expresar honestamente mi propia opinión o experiencia personal y la capacidad de escuchar con empatía al otro, más allá de las palabras o actos que percibo. Cada una de ellas contiene cuatro componentes: la observación, los sentimientos, las necesidades y la petición (acciones para satisfacer necesidades).
Para poder expresar desde mi honestidad o escuchar con empatía, las piezas importantes a descubrir son las necesidades que tratamos de cubrir, satisfaciéndolas. Se trata de anhelos, valores, búsqueda de aspectos importantes que son universales en todos los seres humanos, y condición necesaria para que cualquier persona pueda aflorar y crecer. Son la razón o el motor, la motivación por la cual actuamos tal y como lo hacemos. Marshall B. Rosenberg decía que el ser humano no hace otra cosa que tratar de satisfacer las propias necesidades, aunque la forma, estrategia o recurso que utilizamos para ello, a veces resulte inadecuada, torpe, dañina o trágica.
Y los mensajeros son los sentimientos que nos dan la voz de alerta para avisar si nuestras necesidades están satisfechas (sentimientos agradables) o insatisfechas (sentimientos desagradables). Los juicios, las opiniones, las exigencias, las amenazas, los “deberías”, las etiquetas… también nos están dando señales de que algunas necesidades requieren atención.
Ante situaciones que generan en nosotros algo agradable o desagradable, podemos expresarnos o escuchar con empatía, tratando de llevar la atención a los cuatro componentes citados. Y este cometido a menudo requiere parar, si queremos contribuir en algo enriquecedor para la relación y para uno mismo.