Límites sin violencia, culpa ni resentimiento

Establecer límites es una habilidad fundamental para construir relaciones sanas y satisfactorias. Sin embargo, hacerlo puede ser un desafío, especialmente si queremos evitar la confrontación, la culpa o el resentimiento. La buena noticia es que existen estrategias para poner límites de forma efectiva, comunicando nuestras necesidades de tal manera que ayude a definir hasta dónde estamos dispuestos a llegar en una interacción o situación. Estas referencias son indispensables para que la otra persona aprenda a situarse conmigo, para crear relaciones basadas en el respeto hacia uno mismo y hacernos respetar. 

La Comunicación No Violenta (CNV) es una herramienta poderosa para establecer límites firmes y amables. Para ello, este modelo en lugar de comunicar con “porque lo digo yo y punto”, “es por tu bien”, “si no cumples…” o “yo hasta aquí y esto es cosa tuya” propone comunicar el límite unido a lo que necesitamos y cómo nos sentimos sin culpar o atacar a la otra persona.

Por ejemplo, me has pedido que te ayude con la mudanza, pero tengo muchos compromisos este fin de semana (observación). Me siento un poco incómodo porque no puedo ayudarte en esta ocasión (Sentimiento).

Necesito estar seguro de cumplir con mis propios compromisos para no sentirme agobiado y poder mantener un equilibrio en mi vida (necesidad).

Aunque yo mantenga mi decisión con respecto al límite, puedo establecer un puente donde las necesidades de la otra persona mi importan y también estoy dispuesta a tener en cuenta de una manera u otra. ¿Te gustaría que te ayude a buscar a alguien que te pueda ayudar con la mudanza? Puedo ofrecerte algunas opciones o darte una mano en otro momento que me sea más viable (petición/acción).

Mantener la conexión no significa ceder en tus límites. Se trata de encontrar una manera de comunicarte de forma honesta y respetuosa, incluso cuando hay desacuerdos. La interacción no acaba con el límite, sino que a continuación podemos abrir un espacio para escuchar con atención la perspectiva de la otra persona y sus necesidades.

Establecer un límite con amabilidad no implica que la otra persona comprenda ni que lo acoja con gusto. No somos responsables de la felicidad de los demás, es importante reconocer y validar las emociones de la otra persona, sobre todo cuando no estamos de acuerdo con su comportamiento. Esto le ayudará a sentirse escuchada y comprendida, y puede facilitar el proceso de aceptación del límite.

Es habitual sentir culpa al establecer límites, especialmente si estamos acostumbrados a complacer a los demás. Es un momento apropiado para practicar la autocompasión. Ser amable con nosotros mismos y tomar conciencia de que estamos haciendo lo mejor que podemos para tratar de cuidar alguna necesidad importante, puede resultarnos de ayuda.

Es natural sentir cierta incomodidad o resentimiento cuando la otra persona no reacciona positivamente a los límites que establecemos. Controlar cómo la otra persona reaccionará al límite no está nuestro alcance, pero sí controlar cómo respondemos. Enfocarme en mantener la calma, comunicar el mensaje de manera clara y firme, y apoyarme en las necesidades que quiero proteger a través del límite me ayuda a enraizarme. Confiar en que la otra persona puede manejar el impacto del límite, incluso si se enoja o se frustra, me da estabilidad. El reto que me espera reside en mantener la firmeza en mis necesidades, a la vez que me muestro flexible para escuchar las preocupaciones de la otra persona y buscar soluciones creativas que también consideren sus necesidades.

La CNV te permite establecer límites de una manera clara, honesta y respetuosa, fortaleciendo la comunicación y las relaciones con las personas que te rodean. Y sí, es un proceso que requiere práctica y paciencia.

Un fuerte abrazo,

Nerea.