AUTO-EMPATÍA
¿Quieres comprenderte?
Estamos rodeados de relaciones. No podemos huir de las relaciones, porque incluso cuando estamos solos, estamos con nosotros. Esta relación, a menudo, nos resulta más difícil que la que solemos tener con los demás.
Todos resbalamos y seguiremos resbalando. Así que, ¿cómo queremos tratarnos ante las conductas con las que no estamos orgulloso? ¿Queremos seguir con el látigo cuestionando, juzgando, autoexigiendo, sintiéndonos culpables? ¿O queremos acogernos con amabilidad, aceptándonos y ofreciendo un apoyo real? Proporcionar primeramente a nosotros mismos ese buen trato que quisiéramos para los demás, puede cambiar la vida de todos.
Estas actitudes que se manifiestan de forma automática e inconsciente, las tenemos bien grabadas en nuestras estructuras mentales y en los patrones que hemos construido. Requiere de una reprogramación cuando nos tratamos con dureza a nosotros mismos. Algunas frases que pueden servirnos para el auto diálogo pueden ser:
– No soy perfecto o soy perfecto en mi imperfección.
– Soy humano y no quiero ser una máquina.
– Soy humano y, por tanto, estoy limitado, condicionado y herido.
– Con mis torpezas me acepto y me amo.
Pero, estas frases a lo mejor pueden generar resistencias. Si gritado o he dicho algo que no me ha gustado, incluso si he pasado la línea roja, puede que se me active la idea de que pareciera estar justificando. Y “todo no puede ser válido”. Existe la creencia de que si no se nos señala o acusa de lo que hemos hecho mal o sin que nos den una sacudida con algo que nos resulte impune o doloroso, las personas no aprenderemos de las meteduras de pata o errores que cometemos.
Y sí, el impacto que ha tenido lo que he hecho nos preocupa. De cara al futuro, quisiera comprometerme para que no vuelva a ocurrir. ¡Y mira qué cosa tan hermosa! ¡Que dentro de nosotros esta parte también se dedique a esa reivindicación! Ahora, en los momentos que he actuado como lo he hecho, he tratado de cuidar unos aspectos que eran importantes, aunque haya podido resultar torpe o dañino. Es posible que quisiera que se considerara lo mío, a lo mejor buscaba el respeto, o lo que he hecho ha podido ser una forma inhumana de pedir ayuda. Y junto a esto, no he sabido cuidar otras necesidades como la ternura, la empatía, el respeto o la confianza en los demás. Si hubiese tenido acceso a formas o estrategias más eficaces que tuvieran en cuenta ambos aspectos, lo que quería cuidar y lo que no he sabido cuidar, no dudo de que no acabaría de la manera que ha ocurrido.
Así que, en la mirada hacia mí:
– Estoy haciendo lo que puedo con lo que sé en todo momento, con lo que tengo y con lo que se me ha presentado. Tengo la oportunidad de aprender de estas situaciones e iré aprendiendo. Para empezar, dedicaré un tiempo a buscar otras estrategias más efectivas o pensar dónde puedo buscar apoyo para ello.
Darnos cuenta de que estamos siendo duros en nuestro diálogo interior, encontrar frases o actitudes propias puede ser saludable. Sin duda, nos sentará bien un tono más dulce y armónico con nosotros mismos.