FIJANDO LAS BASES. PRÁCTICA, PRÁCTICA Y PRÁCTICA

La comunicación no violenta fue desarrollada por Marshall Rosenberg en la década de los 60. Su libro más reconocido es Comunicación No Violenta: un lenguaje de vida. Leerlo es un buen comienzo para fortalecer tu práctica diaria. 

Escucho mucho la idea de que integrar la comunicación no violenta es difícil. Resultaría difícil (mejor dicho, imposible) pensar y actuar en todo momento desde la no violencia. La Comunicación no violenta no busca esto. No hace falta ser perfecto, ser un santo, ser paciente, tener autoestima positiva, tener confianza en nosotros mismos. Se trata de darnos cuenta y saber gestionar cuando no hemos sabido o podido gestionar como nos gustaría. 

Integrar estas habilidades puede tener un impacto positivo en las relaciones, ya que adquieres mayor experiencia en expresar lo que deseas. Expresar de manera clara evita malentendidos y ayuda a establecer una comunicación más efectiva y auténtica. A mí personalmente, me hace sentir más empoderada para expresar y defender mis valores. A la vez, poner el foco en comprender a los demás, ayuda a evitar el aumento de los conflictos, creando así un ambiente de conexión y de colaboración mutua.

Dedicar tiempo a practicar cualquier habilidad es crucial. La repetición y la constancia son claves para avanzar. Al mismo tiempo, es importante que cada uno diseñe su manera y su ritmo que se adecue a las condiciones o necesidades del momento. Ahora, en general, hacerlo acompañada suele resultar mucho más efectivo y enriquecedor. 

Durante este mes, a través de las redes, compartiré algunas ideas que favorecen la integración y la práctica.

Recuerda que el proceso lleva tiempo y paciencia. Tienes toda la vida, pero me atrevo a decir que, la calidad de vida que tenemos depende de la calidad de relaciones que construimos. ¡A por ello!