Siendo conscientes de que la comunicación va más allá de las palabras, hay algo más sutil y fundamental que es la intención que moviliza las expresiones. Por este motivo, cuando estamos inmersos en una situación, podemos estar queriendo lograr alguna de estas tres cosas:

  1. Pensar que tengo la razón y querer conseguir que las cosas estén como creo que deben de estar.

Para obtener lo que deseo, manejo la situación de maneras muy diversas como son: imponer, exigir, amenazar, castigar, premiar, culpabilizar, enjuiciar, intentar convencer, dar consejos, diagnosticar, sermonear… Con frecuencia, estas estrategias no resuelven el conflicto y vuelve a aparecer de nuevo.

  1. No hacer nada, dejar pasar.

A veces la táctica de dejar pasar y de quedar inactivos ante una dificultad, es una manera de desengancharse, pero con frecuencia el conflicto no se resuelve y reincide la batalla de siempre, incluso con renovada fuerza, siendo más complicada y más difícil de desbloquear.

  1. Buscar la conexión y la cooperación.

Podemos dirigir nuestra intención a conectarnos con lo que vivimos y con lo que les pasa a los otros. Así, podremos entender las necesidades expresadas y tratar el conjunto de ellas equitativamente, con el propósito de hallar una solución adecuada y ajustada a todos.

Aunque las dos primeras opciones acostumbran a ser las más frecuentes, en general, sabemos que no conducen a los resultados deseados. En este sentido, Marshall B. Rosenberg proponía un modo de comprobar cuál es nuestra intención preguntándonos, “¿juegas a ser feliz o a quién tiene la razón?”.

El propósito principal de la CNV es crear una alta calidad de conexión por medio de la cual vamos a prevenir, resolver conflictos y llegar a soluciones de beneficio mutuo. Para ello, más importante que las palabras utilizadas, son las intenciones con las que nos movemos.  Las oportunas y adecuadas expresiones pueden ser un modo poderoso de crear una conexión con los otros. Sin embargo, sin una intención auténtica, clara y consciente, aún la expresión más hábilmente trabajada, puede resultar vacía o manipuladora. Confiar que las necesidades de todos importan ayuda en la búsqueda de un resultado y contribuye a que ambas partes tengan la sensación de estar satisfechas y de no haber perdido nada esencial

Puedo apoyarme en la CNV como camino para que mis relaciones me nutran lo más posible, incluso oxigene la relación conmigo misma.  Por una parte, clarificar lo que me sucede en todo mi ser facilita la expresión honesta que puedo manifestar a continuación (hablar sobre uno mismo y no sobre el otro).  Por otra parte, escuchar al otro en toda su plenitud, más allá de las palabras y de los actos que percibimos o interpretamos, será beneficioso para todos.

Así pues, es preciso alinear mi intención con querer abrir un espacio en el propio interior donde el foco central sea la relación. Ello es, sin duda, más eficaz que pensar en tener la razón o intentar cambiar al otro, a fin de contribuir en el cuidado de la relación.