CARENCIA O ABUNDANCIA

La belleza de las necesidades

Percibo dos dimensiones en la Comunicación No Violenta: la conceptual (los 4 pasos: hechos, sentimientos, necesidades y petición) y la espiritual (la conciencia, la intencionalidad). Esta última es el cimiento, la base, ya que, sin la conciencia, el proceso puede realizarse de forma mecánica, algo que suena hueco y distante. Muy a menudo hemos utilizado las palabras perfectas, pero es la energía de esos conceptos lo que terminamos comunicando.

El significado que solemos otorgar a las necesidades suele estar ligado a la carencia, la falta, la debilidad, la pobreza… de ahí que nos cueste reconocer nuestras propias necesidades. También experimento que identificar y expresar las necesidades desde algo que está mal, algo que falta, puede causar desconexión, ya que la otra persona reacciona, se pone a la defensiva o ataca.

Me entusiasmó mucho la primera vez que escuché a Robert González, formador en CNV, utilizar el término “belleza de las necesidades”. Las necesidades son un motor de vida. Todo lo que hacemos es un intento de cuidar una necesidad. Cuando observamos el movimiento, la fuerza de la vida, por ejemplo, en los animales y en las plantas, vemos esta energía tratando de alcanzar algo, buscando más vida para florecer, crecer. Toda expresión de vida tiene una fuerza vital moviéndose. Si miramos a la frecuencia humana, esta fuerza vital son las necesidades, que algunas nos sostienen (la comida, el abrigo, agua…) y otras ayudan a enriquecernos (apoyo, descanso, paz, contribuir, comunidad…).

Hay una belleza, una plenitud en cada una de las necesidades, tanto si son satisfechas como si no lo son. Dos cuestiones interesantes para reflexionar en este sentido: ¿Puedo estar con la incomodidad de no estar satisfecho? Y ¿es cierto que no está satisfecho? Creer que no está satisfecho, o que debería estar de una determinada manera, es lo que me hace estar en la incomodidad, en el conflicto. Conectar con la necesidad, con este impulso que está accesible dentro de nosotros, independientemente de si está satisfecho o no, puede ayudarnos a elevarnos a la energía de la ola, al flujo inagotable que llevamos en nuestra esencia.

Cuando vivimos así las necesidades y comunicamos desde este lugar, hay algo que favorece a que la gente esté más dispuesta a querer apoyarnos. Resulta muy diferente pedir algo desde la desesperación de “si no me das, me muero” (como si estuvieras mendigando aire para tus pulmones) o con la energía de enriquecer tu vida, “um, si hicieras esto, me vendría genial”.

Y tú, ¿qué significado quieres darles a las necesidades que se manifiestan en tu vida, en tus relaciones?