Podemos aprender a dar y recibir agradecimientos

Marshall decía que, aun en las expresiones más torpes, siempre tratamos de expresar POR FAVOR, cuando queremos que otros contribuyan en nuestras necesidades; y GRACIAS, cuando han cubierto las necesidades.

Dedicar un tiempo a los dones o regalos que hemos recibido nos nutre. A la vez, es posible que no resulte tan fácil como parece, porque el cerebro a menudo tiende a pasar por alto todas las cosas agradables. Tengo la impresión de que nuestro automático está programado para pensar, ver, expresar aquello que no funciona o aquello que queda por hacer. Y cuando queremos expresar nuestro agradecimiento, a menudo, caemos en evaluar positivamente o en cumplidos que no dejan de ser juicios. 

Recuerd0, hace años, cómo me encontré en una situación en la que me sorprendió gratamente la llamada de un amigo, al recordar que ese día tenía una reunión importante. Pude agradecer con “gracias por llamarme” pero me frustraba mucho el hecho de que esa persona no se enterara lo que supuso para mí aquella llamada. ¡Qué lástima que perdamos la oportunidad de agradecer a las personas ejercen una influencia importante en nuestra vida! Me resistía el trabajar y profundizar los conflictos con delicadeza y pasar por alto las cosas agradables. A pesar de que pillé en muchas excusas o justificaciones con tal de no retomar y poner palabras a ese agradecimiento,  encontré el impulso y la valentía para expresar, aunque a menudo vuelvo a encontrarme con este tipo de resistencias.  

Al mismo tiempo, aun cuando nos sintamos incómodos por recibir el agradecimiento, casi todos anhelamos ser reconocidos y apreciados sinceramente. Muchos podemos tener la sensación de que “por mucho que hagas nunca te dicen una palabra amable, pero si cometes un error, inmediatamente se te echan encima”. 

Pero la gran noticia es que podemos cultivar y entrenar el ofrecer y recibir la gratitud. La Comunicación No Violenta me aporta la claridad de saber dónde poner el foco, llevando la atención a 3 componentes esenciales, aunque no siempre elijamos poner todas las palabras:

  1. Las acciones que contribuyeron a nuestro bienestar
  2. Nuestras necesidades específicas que quedaron satisfechas
  3. Los sentimientos placenteros que son el resultado de la satisfacción de dichas necesidades

No se trata de transformar la realidad, dulcificarla o positivarla porque sí. La gratitud implica reconocer las cosas intangibles o tangibles en sus diferentes modalidades. La gratitud puede resultar la práctica más efectiva para estimular los sentimientos de felicidad, ayudándonos a sentirnos más satisfecho con la vida, incluso más saludables.

¿Cómo podemos integrar en el día a día? Algunas sugerencias:

1) Reserva un minuto para escribir dónde te gustaría centrar tu gratitud ese día. Después de eso, cierra los ojos y siéntate por un momento para enfocarse en esa cosa o persona de una manera positiva que genera una sensación de calor dentro. Ese sentimiento es gratitud, y una vez que lo sientas, respira profundamente y deja que se funda con tu conciencia.

2) Por la noche anota en tu diario de gratitud tres cosas por las que sientes agradecimiento.

3) Escribe una carta de agradecimiento a alguien de tu pasado que haya influido positivamente en tu vida.

4) Elogia, con sinceridad, a personas a las que no sueles alabar. 

5) Mira por la ventana, o sal a la calle, y encuentra algo que apreciar

6) Ayuda a alguien a descubrir la gratitud.

7) Proponte decir algo a alguien que aprecias, todos los días.

8) Mírate en el espejo mientras te lavas los dientes, y piensa en algo que aprecias de ti o que estés orgullo de ti misma. 

9) En tus interacciones diarias, práctica traducir los elogios y cumplidos a observaciones, sentimientos y necesidades.

Te animo a experimentar el impacto que puede tener focalizar la atención sobre aquello por lo que sentimos gratitud. Marshall Rosenberg solía decir que la “gratitud es una especie de gasolina” y, como tal, es muy necesaria cuando nuestro depósito de energía y de vitalidad está agotándose.  Al agradecer, podemos celebrar la manera en que otras personas enriquecen nuestra vida; o podemos recibir el agradecimiento sin sentimientos de superioridad o de falsa modestia, celebrando junto con la persona que nos la ha ofrecido.