Como utilizar nuestra autoridad paterna o materna

Artículo escrito para guraso.eus

Los padres y las madres queremos educar a nuestros hij@s lo mejor que podamos, con lo mejor que tenemos y sabemos. Nos encontramos en una posición de autoridad y podemos decidir cómo utilizar nuestro poder.

Revisando el significado de la palabra “autoridad”recojo en el diccionario que es la facultad o derecho de mandar o gobernar a personas que están subordinadas. Ahora bien, ¿la autoridad nos viene por la condición de ser padres y madres o se nos otorga? Yo puedo sentirme autoridad, pero mis hij@s no considerarme así. Los adultos también tenemos personas que se sienten autoridad (ya sea un político, empresario, médico, policía …) pero no a todos les ofrecemos la misma consideración. ¿Qué características cumplen las personas que consideramos referentes?

En general, considero una persona como con autoridad aquella que posee conocimientos, capacidad de escucha y comprensión, que trata de establecer las normas que sean estables, razonables, coherentes (no arbitrarias), que tiene en cuenta los intereses y opiniones de l@s demás, que ofrece oportunidades de negociación y mantiene un clima o estilo relacional flexible en su forma de comunicar.

Una persona en posición de “autoridad”puede utilizar un poder con personas dependientes. Pero ¿de qué tipo de poder se vale? Como padres y madres podemos utilizar todo nuestro PODER SOBRE nuestros hij@s o podemos utilizar nuestro PODER CON ell@s. Es muy tentador utilizar el poder físico, emocional, práctico o funcional con aquell@s que vemos pequeñ@s o débiles, en muchas ocasiones apelando a su bien. Tenemos diferentes tácticas para lograr aquello que creemos que deberían de hacer (dar órdenes, amenazar, castigar, hacerl@s sentirse culpables …). A menudo podemos sentir que este estrategia funciona (aun cuando no constatemos realmente su eficacia o ésta no sea duradera) o que no existen otras posibilidades más allá de lo que conocemos en el momento en que necesitamos hacer uso de nuestra autoridad.

Y sí, si buscamos que los niños se sumen a nuestras exigencias y obedezcan, a veces funciona, ya que algun@s terminarán haciendo lo que se les pide por miedo o por el deseo de agradarnos. Ahora bien, si queremos tener las máximas probabilidades de que realicen su quehacer desde las ganas de colaborar o si tratamos de alimentar el criterio propio, reforzando la autoestima, la autonomía y la confianza en ellos mismos, es posible que no funcione. Además, no sería la vía más fácil o eficaz para cuidar la relación que deseamos tener con las personas que más queremos.
Entonces, ¿qué significa utilizar el PODER CON el otro? Queremos hacer valer todo el poder que tenemos como padres junto con el poder de nuestr@ hij@. Queremos encontrar y cuidar lo que es importante para mí, para cada un@ de nosotr@s y para él o ella, a fin de poder encontrar una solución que pueda beneficiar a ambos. Y con este enfoque, pretendo dar prioridad a buscar el entendimiento mutuo, en lugar de querer educar a través de la exigencia.
El ser humano lleva consigo el deseo de colaborar. Es una de las necesidades universales que nos caracteriza a los humanos. Nos importa el bienestar de los demás y nos acompaña el deseo interno de ofrecer apoyo. El niño pequeño ofrece pan de forma desinteresada a los patos, sin esperar recibir nada a cambio. Al mismo tiempo, esto no significa que estemos dispuestos a colaborar en todo momento y con todos. El apoyo y la donación al otr@ se realizan de forma natural cuando no interfieren alguna de las siguientes condiciones:
. cuando mis necesidades están cubiertas y por lo tanto, estoy fuerte, con tiempo suficiente, con un estado emocional favorable; si entonces el niño llora por ejemplo, porque quiere jugar conmigo, tengo mejores posibilidades para darle espacio y colaborar con su petición. En cambio, si estoy cansada o yo misma necesito comprensión, no tendré suficiente estímulo para satisfacer las necesidades del niño.
. cuando siento que lo mío también importa a los otr@s, entonces podemos estar disponibles para ell@s, pero si empiezo a pensar que al otr@ no le importo, se diluyen o se nos vanlas ganas de ayudar al otr@.
. cuando me siento libre de elegir, puedo ofrecer lo que me piden, pues el hecho de sentirnos exigid@s estorba a nuestra voluntad de dar. Si alguien acude con exigencias o con amenazas, es muy probable que mi deseo de colaborar pierda consistencia.
Algo similar suele ocurrir también con nuestr@s hij@s. Cuando sus necesidades están satisfechas, cuando confían en que lo suyo nos importa y que tendremos en cuenta, y asimismo, cuando se sienten libres, por lo general pueden estar más disponibles para colaborar o contribuir en el bienestar de l@sotr@s.
Esto no significa que, cuando utilicemos el PODER CON, evitaremos todos los conflictos. El problema no es tener conflictos, ya que estos son inherentes a la vida cotidiana, sino que se nos convierte en problema cuando nos quedamos atascados en el juicio, en las etiquetas o exigencias.
Desde nuestra posición de autoridad expresar con honestidad lo nuestro, escuchar con empatía a nuestros hij@s, establecer límites necesarios y disponer de recursos y herramientas que nos ayuden a unirnos con ell@s, facilitará enormemente el proceso de ejercer nuestra autoridad como padres y madres sensibles a sus necesidades.